Esta
semana he podido ser una de las pocas adultas que han formado parte del campus
que la Fundación Promete organiza en la Universidad Europea de Madrid. Y me siento
con fuerzas renovadas, mis ojos ya lo han visto y ahora viajo sabiendo que sí son
posibles. En mi corazón irremplazables dos momentos:
Luis
Cacho, presidente de la Fundación Promete, triunfador en las reglas de juego
que imperan en nuestra economía regente, se me ha mostrado en esta semana como ejemplo
en liderazgo social, cercano, fusionado con el recurso humano que transforma y
con el equipo que construye para su noble fin, sin trampa ni cartón, sencillo y
real. Me quedo con la imagen de él junto a una máquina de vending ayudando a un niño de su campus a desdoblar un billete para que la máquina le diera cambio.
El
viernes 5 de julio, Héctor interpretaba su proyecto con su violín, como colofón al show de esa
noche. Al terminar tremenda actuación, mi cerebro, feliz, me repetía que ese chico ya tiene la vacuna puesta
para ser inmune ante cualquier conato de acoso, falta de confianza en sus
posibilidades que algún adulto intentara trasmitirle, desmotivación en el aula o
baja autoestima que pueda amenazarle el curso siguiente…y al igual que él, gran
parte del alumnado del campus… Héctor se lleva del campus su cofre de certezas,
que puede abrir cada vez que quiera, que necesite acordarse de que él puede, él
sabe y él quiere y que existe una comunidad que le permite el espacio y las
condiciones favorecedoras para poder sentirse así.
Gracias
por hacerlo posible